domingo, 21 de marzo de 2010

Exposición Litúrgica

El Tiempo de Pasión



Tomado del Misal Diario de Dom Gaspar Lefevbre O.S.B.       
Desclée de Brouwer y Cía. Brujas Bélgica 1953

El Tiempo de Septuagésima, el de Cuaresma y el de Pasión son respectivamente un preparación remota próxima e inmediata para las solemnidades pascuales. Los festejos y ceremonias de la última semana, llamada Semana Mayor o Semana Santa, tuvieron su origen en la Iglesia de Jerusalén. Los cristianos seguían con el Evangelio en mano los pasos todos del Salvador, recogiendo piadosamente en el sitio mismo los recuerdos de sucesos tan solemnes. La iglesia adoptó luego esa liturgia local en sus comienzos, y aun dispuso sus iglesias de manera que pudiesen celebrarse los Oficios de Semana Santa lo mismo que en Jerusalén.

Durante esos 15 días, y para asociar a sus hijos a su dolor la iglesia suprime el Salmo Judica me y algunos Gloria Patri; porque no figuraban en l antigua liturgia en esos días, y sobre todo en el último Triduo de Semana Santa, ha quedado casi enteramente con su forma arcaica.

Se cubren también con oscuros velos las imágenes de los santos. El culto a los Santos debe eclipsarse estos días ante la obra magna de la Redención; pero si se advierte también que el crucifijo está tapado, luego se verá en este uso un vestigio de la cortina que antes se colgaba durante toda la Cuaresma, entre el santuario y la nave. Y, en efecto, antiguamente los Penitentes públicos expulsados de la Iglesia, no podían volver a entrar en ella hasta el Jueves santo. Suprimida esta ceremonia, todos los fieles, y sin pronunciar sobre ellos la pena de exclusión, se ocultaba a sus miradas el santuario y todo cuanto en derredor de él había, como indicando que no merecían participar en el culto eucarístico por la Comunión pascual, sino después de haber hecho dignos frutos de penitencia. En el desnudar de los altares y el callar de las campanas durante los tres días santos, quiere la Iglesia significar s tristeza al recordar la muerte de su divino Esposo.

Diagramas temporales de la Pasión del Señor
(haz click en la imagen para verlas más grande)








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lunes, 15 de marzo de 2010

Y sigue la aplicación del Motu Proprio

Santa Misa Tradicional en Ciudad Victoria Tamaulipas

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A todos nuestros amigos les informamos, que éste martes 16 de marzo celebraremos la Santa Misa en su forma Extraordinaria en el Santuario de Ntra Sra. De Guadulupe, a las doce del medio día, con la presencia del seminario interdiocesano Curso Introductorio, y algunos fieles, ademas de algunos Sacerdotes jóvenes. Nos encomendamos a sus oraciones para que esta iniciativa sea para mayor gloria de Dios.
Atte. Pbro. Edgar Eduardo Jáuregui Vega.
Director espiritual del seminario.

Cd. Victoria Tamaulipas. 2010.

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domingo, 7 de marzo de 2010

Deo Gratias


Santa Misa Tradicional
en el Seminario de Hermosillo Sonora.



Me ha llegado la buena notifica que el pasado 2 de marzo, se ha vuelto a celebrar la Santa Misa Tradicional conocida también como "forma extraordinaria del Rito Romano" en el Seminario Mayor de la Arquidiócesis de Hermosillo Sonora.

La Santa Misa la ofició el R.P. Pedro Moreno Valenzuela con el apoyo del Señor Arzobispo José Ulises Macías Salcedo.

También en la ciudad de Aguascalientes el R.P. Kenneth Fryar de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro ha celebrado la Santa Misa Tradicional el pasado 12 de Febrero del presente año. En dicho lugar, se está constituyendo un capítulo de Una Voce y se ha solicitado al Obispo, Monseñor don José María de la Torre Martín, que provea un lugar para la celebración de la Santa Misa.

Esperamos que mas Obispos mexicanos se sumen a la voluntad del Santo Padre Benedicto XVI para aplicar en sus Diócesis el Motu Proprio Summorum Pontificum que quita toda restricción para el uso de los libros litúrgicos de 1962.

Deo Gratias

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miércoles, 3 de marzo de 2010

A propósito de los que se oponen a la Misa Tradicional

Lo que el Santo Padre dice debe ser obedecido en la Iglesia


El Motu Proprio Summorum Pontificum sobre la Liturgia Latina del 7 de julio del 2007 es fruto de una profunda reflexión de nuestro Papa sobre la misión de la Iglesia. No nos toca a nosotros, los que usamos la púrpura eclesiástica, cuestionar esto, desobedecer y anular el Motu Proprio con nuestras pequeñas "reglitas". Ni siquiera si fueron hechas por Conferencias Episcopales. Ni siquiera los obispos tienen ese derecho. Lo que el Santo Padre dice debe ser obedecido en la Iglesia.
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Si no seguimos ese principio, estaremos permitiendo que nada más ni nada menos que el Demonio nos utilice como sus instrumentos. Esto conduciría a discordia en la Iglesia y entorpecería su misión. No tenemos tiempo que perder. De lo contrario estaríamos comportándonos como el emperador Nerón, tocando el violín mientras Roma arde. Las iglesias se están vaciando, no hay vocaciones, los seminarios están vacíos. Los sacerdotes envejecen y los curas jóvenes, escasean."
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Mons. Alberto Malcom Ranjith
arzobispo de Colombo Sri Lanka,
ex secretario de la Sagrada Congregación para el Culto Divino en Roma.



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Sobre la participación activa

Participación de los fieles en el Sacrificio Eucarístico

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A) RESUMEN DE LA DOCTRINA

1º La verdad.

99. Es necesario, pues, Venerables Hermanos, que todos los fieles consideren como el principal deber y mayor dignidad participar en el Sacrificio Eucarístico, no con una asistencia negligente, pasiva y distraída, sino con tal empeño y fervor que entren en íntimo contacto con el Sumo Sacerdote, como dice el Apóstol: «Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús» (Filip. 2, 5), ofreciendo con El y por El, santificándose con El.

100. Es muy cierto que Jesucristo es Sacerdote, pero no para Sí mismo, sino para nosotros, presentando al Padre Eterno los votos y los sentimientos religiosos de todo el género humano. Jesús es Víctima, pero para nosotros, sustituyendo al hombre pecador.

101. Por esto aquello del Apóstol: «Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús», exige de todos los cristianos que reproduzcan en sí mismos, cuanto lo permite la naturaleza humana, el mismo estado de ánimo que tenía el mismo Redentor cuando hacia el Sacrificio de Sí mismo: la humilde sumisión del espíritu, la adoración, el honor y la alabanza, y la acción de gracias a la divina Majestad de Dios; exige además que reproduzcan en sí mismos las condiciones de víctima: la abnegación de sí mismos, según los preceptos del Evangelio, el voluntario y espontáneo ejercicio de la penitencia, el dolor y la expiación de los propios pecados. Exige, en una palabra, nuestra muerte mística en la Cruz con Cristo, de tal forma que podamos decir con San Pablo: «Estoy crucificado con Cristo» (Gal. 2, 19).


Niños recibiendo la santa comunión.

2º El error.

102. Es necesario, Venerables Hermanos, explicar claramente a vuestro rebaño cómo el hecho de que los fieles tomen parte en el Sacrificio Eucarístico no significa, sin embargo, que gocen de poderes sacerdotales.

103. Hay en efecto, en nuestros días, algunos que, acercándose a errores ya condenados el, enseñan que en el Nuevo Testamento, con el nombre de Sacerdocio, se entiende solamente algo común a todos los que han sido purificados en la fuente sagrada del Bautismo; y que el precepto dado por Jesús a los Apóstoles en la última Cena de que hiciesen lo que El había hecho, se refiere directamente a toda la Iglesia de fieles; y que el Sacerdocio jerárquico no se introdujo hasta más tarde. Sostienen por esto que el pueblo goza de una verdadera potestad sacerdotal, mientras que el Sacerdote actúa únicamente por oficio delegado de la comunidad. Creen, en consecuencia, que el Sacrificio Eucarístico es una verdadera y propia «concelebración», y que es mejor que los sacerdotes «concelebren» juntamente con el pueblo presente, que el que ofrezcan privadamente el Sacrificio en ausencia de éstos.

104. Inútil es explicar hasta qué punto estos capciosos errores estén en contradicción con las verdades antes demostradas, cuando hemos hablado del puesto que corresponde al Sacerdote en e1 Cuerpo Místico de Jesús. Recordemos solamente que el Sacerdote hace las veces del pueblo, porque representa a la Persona de Nuestro Señor Jesucristo, en cuanto El es Cabeza de todos los miembros y se ofreció a Sí mismo por ellos: por esto va al altar, como Ministro de Cristo, siendo inferior a El, pero superior al pueblo. El pueblo, en cambio, no representando por ningún motivo a la Persona del Divino Redentor, y no siendo mediador entre sí mismo y Dios, no puede en ningún modo gozar de poderes sacerdotales.


Pío XII Enciclica Mediator Dei.

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