domingo, 11 de octubre de 2009

Cardenal Castrillon Hoyos sobre la Misa

Introducción del Cardenal Darío Castrillon Hoyos en el DVD oficial que lanzara la Santa Sede para Sacerdotes.


El Cardenal Dario Castrillon Hoyos durante la Santa Misa tradicional.

Con alegría y esperanza quiero presentar este DVD que ofrece una visión sintética, y una ayuda pedagógica para entender, apreciar y celebrar, el Santo Sacrificio de la Misa en la forma extraordinaria del Rito Romano.
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Esta forma se conoce también con el nombre de Misa de San Pío V, Rito Antiguo, Misa Tridentina y Rito Gregoriano.
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Pablo VI en referencia a la Constitución Sacrosanctum Concilium en el acto de promulgarla dice: «El primer tema examinado y el primero, en cierto sentido, en la excelencia intrinseca y en la importancia para la vida de la Iglesia, es el de la Santa litúrgia. Nosotros vemos el obsequio en escala de valores: Dios en primer lugar, la oración nuestra primera obligación; la Liturgia primera fuente de la vida divina que se nos comunica, primera escuela de nuestra vida espiritual, primer regalo que podemos hacer al pueblo cristiano, creyente y orante con nosotros. (...) Si aportamos cualquier simplificación a la expresión de nuestro culto, y si buscamos hacerlo más comprensible para el pueblo cristiano fiel, no debemos empobrecerlo de su fuerza expresiva, y de su belleza artistica; mas bien queremos hacerlo más puro, más genuino, más cercano a la fuente de la verdad y gracia, más idóneo para formar parte del patrimonio espiritual del pueblo» (1).
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El culto tiene la característica de ser al mismo tiempo humano y divino, visible pero dotado de una dimensión invisible, debido a la acción y a la contemplación, presente en el mundo y peregrino todavía; En tal forma que lo humano sea ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisble, la acción a la contemplación.
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El sacrosanto concilio, en fiel obediencia a la tradición «declara que la Santa Madre Iglesia atribuye igual derecho y honor a todos los ritos legítimamente reconocidos y quiere que en el futuro se conserven y fomenten por todos los medios» (2). Sería incomprensible excluir la forma extraordinaria del único rito romano (3).
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Cada celebración litúrgica como obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo que es la Iglesia, es la acción sagrada por excelencia, y ninguna otra acción de la Iglesia tiene igual eficacia en titulo y grado (4).

Este programa de la Comisión Pontificia «Ecclesia Dei» responde al deseo expresado por el Concilio Vaticano II, de que todos los fieles vengan guiados de la Madre Iglesia, a la plena, consiente y activa participación de la celebración litúrgica (5), requerida por la naturaleza misma de la liturgia, y que los pastores de almas deben velar con celo y paciencia la formación litúrgica de la participación activa de los fieles, interior y exterior, según su edad, condición, estado de vida y grado de cultura religiosa(6), completando así uno de los principales deberes del fiel dispensador de los misterios de Dios.
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Con «Sacrosanctum Concilium» y con el Motu Proprio Summorum Pontificum, tenemos presente que el regular la santa liturgia, compete únicamente a la autoridad de la Iglesia, esta autoridad reside en la Sede Apostólica y en la norma de derecho al Obispo.
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La nueva comprensión de la Liturgia Gregoriana, inspirada también en el pensamiento del Santo Padre Benedicto XVI, es un elemento válido para armonizar las innovaciones permitidas por la autoridad competente, para un desarrollo orgánico con las formas nobles prexistentes, sin rupturas, en una dinamica de perfecta continuidad (7).
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El lenguaje humano no puede expresar en forma exhaustiva el misterio de nuestra redención. En la liturgia, Dios habla a su pueblo, y Cristo anuncia el evangelio (8). Es por esto que la Iglesia no quiere imponer una uniformidad rigida.
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La forma extraordinaria del Rito Romano, ha sido durante siglos el alimento espiritual del Occidente Cristiano. Este ha inspirado la música gregoriana y polifónica, la noble arquitectura de templos, ha hecho rezar la piedra mármol, el color y el espacio (9), el silencio sacro y el ambiente contemplativo (10), invita simultáneamente a la oración y a la pureza.
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Cuantas veces el alma y el corazón han seguido el humo del incienso que se eleva hacia Dios, ayudado de las columnas y de los arcos góticos, o del espíritu que reposa en la severidad de una Iglesia romanica, que es la acompañante de los fieles en la oración.
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El Papa Benedicto XVI con decisión y coraje ha querido mantener vivo este patrimonio de cultura y de Fe coo estimulo a la Santidad, también para futuras generaciones. La Iglesia estará eternamente agradecida.
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A la causa de competencia y antagonismo entre los ritos, o de división de fieles, la Iglesia responde con una prudencia milenaria, teniendo en su jardin un lugar para todas las flores, y así ninguno será excluido de escoger libremente aquella expresión de fe que mejor alimenta la fe de cada uno.
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Ofrecemos una pedagogía de la Celebración de la Santa Misa, que antes de aprender reglas y rubricas, el sacerdote debe aprender el espíritu y el sentido profundo de la ceremonia. De otra forma la celebración se convierte en algo mecánico y frio, sin vida que necesita la unión y la elevación del Cuerpo Mistico.
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La Liturgia Gregoriana debe ayudar a los sacerdotes a la identificación con Cristo y al pueblo santo a descubrir en el celebrante la presencia del Señor.
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Cardenal Darío Castrillon Hoyos.
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Notas:
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(1) Discurso de clausura del segundo periodo del Concilio, 4 de Diciembre 1963.
(2) Constitución Sacrosanctum Concilium 4
(3) Motu Proprio Summorum Pontificum: Estas dos expresiones de la "Lex orandi" de la Iglesia no llevarán de forma alguna a una división de la "Lex credendi" ("Ley de la fe") de la Iglesia; son, de hecho, dos usos del único rito romano.
(4) Constitución Sacrosanctum Concilium 7
(5) Ibid , 14
(6) Ibid , 19
(7) Benedicto XVI, Carta a los Obispos con motivo del Motu Proprio Summorum Pontificum: "En la historia de la Liturgia hay crecimiento y progreso pero ninguna ruptura. Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser improvisamente totalmente prohibido o incluso perjudicial. Nos hace bien a todos conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la Iglesia y de darles el justo puesto".
(8) Constitución Sacrosanctum Concilium 33
(9) Ibid 122
(10) Juan Pablo II Carta Apostólica Mane Nobiscum Domine 18

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