lunes, 29 de abril de 2019


¿POR QUÉ DIFUNDIMOS LA MISA EN SU FORMA EXTRAORDINARIA?




¨Es lícito celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal Romano promulgado por el beato Juan XXIII en 1962, que no se ha abrogado nunca, como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia.¨ Motu Proprio Summorum Pontificum – Benedicto XVI

Muchas veces, al hablar de la Misa de San Pio V, se nos pregunta el fundamento de nuestro apego a ella. Más aún se nos inquiere en nuestro caso particular, que por razón de la edad, nunca podíamos haber asistido a él, cuando era la Forma Ordinaria y habitual de celebrar los Sagrados Misterios, en el Rito Latino.

A este interrogante, valen como respuesta las palabras del Santo Padre: “Enseguida después del Concilio Vaticano II se podía suponer que la petición del uso del Misal de 1962 se limitaría a la generación más anciana que había crecido con él, pero desde entonces se ha visto claramente que también personas jóvenes descubren esta forma litúrgica, se sienten atraídos por ella y encuentran en la misma una forma, particularmente adecuada para ellos, de encuentro con el Misterio de la Santísima Eucaristía.¨ ( Carta a los obispos que acompaña el Motu Proprio Summorum Pontificum – Benedicto XVI)

El anhelo de celebrar con dignidad, es el fundamento de que tantos jóvenes hayan llegado a conocer y a gustar de la Forma Extraordinaria. De hecho, habrá algunos, que jamás en su vida pudieron asistir a la Misa Gregoriana, y no por esto, resultan estar menos comprometidos en su difusión. La sana lectura de artículos, Misales y devocionarios, sumados a los comentarios de amigos y conocidos y al apostolado silencioso de algún sacerdote, o de alguna asociación constituyen los medios por los cuales se va extendiendo en las nuevas generaciones la veneración por esta forma de la liturgia católica.

En el seno de la Iglesia han surgido nuevas generaciones de católicos, que ven en la Misa de San Pio V, una forma sublime y santa de celebrar los Sagrados Misterios con decoro y sumo respeto. Unos porque durante años asistieron a ella, y otros porque redescubren en ella el valor infinito de la Misa, a la vez que las oraciones y ceremonias les vuelven a inspirar una piedad, respeto, sacralidad, que tal vez se vio apagada por mucho tiempo y que ya no encontraban en las celebraciones cotidianas.

Cada vez son mas las diócesis en América, Oceanía, África y Europa, que han visto la necesidad de crear parroquias personales, en atención a la cantidad creciente de fieles que desean asistir a la Santa Misa Tradicional. Pareciera incomprensible que en un continente donde el cumplimiento del precepto dominical tiene tendencia decreciente desde hace mucho tiempo, las comunidades tradicionales experimenten un florecimiento notable. Asimismo, son cada día más las Congregaciones religiosas e Institutos de vida Consagrada, que solicitan la facultad de celebrar tanto la Misa como el Oficio Divino, utilizando los libros Litúrgicos editados en 1962.

Sin embargo, esta revalorización de la Tradición no deja de ser en ciertos casos, motivo de conflicto entre quienes consideran que esta misa es un retroceso, sin tomar en cuenta la opinión de los fieles que se nutren y se santifican con esta forma de la liturgia romana, y a quienes va dirigido este Motu Proprio SummorumPontificum. Prohibiciones de hecho, limitaciones, incomprensión y menosprecio, sumados a acciones concretas para obstaculizar las celebraciones, se dirigen contra quienes asisten o la difunden en algunos lugares. Esperamos que con el tiempo se superen estos obstáculos, y se permita como establece Summorum Pontificum, el poner al acceso de todos los fieles esta liturgia que rejuvenece la devoción eucarística de tantos jóvenes y personas que se habían alejado, y que vuelven y quieren vivir como católicos comprometidos con su fe.

Para unos y otros, vale la pena recordar, y reflexionar sobre lo que ha promulgado el Papa San Juan Pablo II sobre los fieles que buscan esta misa: “se habrá de respetar en todas partes, la sensibilidad de todos aquellos que se sienten unidos a la tradición litúrgica latina, por medio de una amplia y generosa aplicación de las normas emanadas hace algún tiempo por la Sede Apostólica, para el uso del Misal Romano según la edición típica de 1962(1).”

 (1) Motu Proprio Ecclesia Dei.

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