martes, 24 de noviembre de 2009

El Latín

El Latín
La lengua litúrgica de la Iglesia.

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¿Cuáles son los beneficios de la Lengua latina en la Misión de la Iglesia?

La lengua latina es por su naturaleza perfectamente adecuada para promover cualquier forma de cultura en cualquier pueblo y transmitir sin equivoco la inmutable Doctrina cristiana: no suscita celos, se muestra imparcial con todos, no es privilegio de nadie y es bien aceptada por todos. Y no cabe olvidar que la lengua latina tiene una conformación propia, noble y característica: un estilo conciso, variado, armonioso, lleno de majestad y de dignidad que conviene de modo singular a la claridad y a la gravedad. Por estos motivos la Sede Apostólica se ha preocupado siempre de conservar con celo y amor la lengua latina, y la ha estimado digna de usarla ella misma, como espléndido ropaje de la doctrina celestial y de las santísimas leyes, en el ejercicio de su sagrado ministerio, así como de que la usaran sus ministros. Donde quiera que éstos se encuentren, pueden, con el conocimiento y el uso del latín, llegar a saber más rápidamente todo lo que procede de la Sede Romana, así como comunicarse más libremente con ella y entre sí (1).

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¿Por qué el Latín es la Lengua de la Iglesia?

El Latín es la lengua de la Iglesia, en razón de que es una señal hermosa y manifiesta de la Unidad, así como un antídoto efectivo contra cualquier corrupción de la Verdad Doctrinal, signo manifiesto de la Universalidad, instrumento uniforme de mutua comunicación entre la Sede Apostólica y las Iglesias locales, entre el Sumo Pontífice y los santos pastores (2). Y al ser una lengua muerta (que no evoluciona), preserva providencialmente inalterable, el Sentido de las palabras, la Oración y las Verdades de Fe hasta el fin de los tiempos.
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¿Por qué la Lengua Latina es un tesoro y refleja la continuidad de la Iglesia?
La lengua latina, a la que podemos verdaderamente llamar católica por estar consagrada por el constante uso que de ella ha hecho la Sede Apostólica, madre y maestra de todas las Iglesias, debe considerarse un tesoro ... ya que posee un valor incomparable, y es una puerta que pone en contacto directo con las verdades cristianas transmitidas por la tradición apostólica y los documentos de la enseñanza de la Iglesia (3); además de ser un vínculo eficacísimo que une en admirable e inalterable continuidad a la Iglesia de hoy con la de ayer y de mañana.




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¿Cuáles son los tres dotes de la Lengua Latina que señalo el Papa Pío XI de feliz memoria?

En efecto, la Iglesia, al abrazar en su seno a todas las naciones y al estar destinada a durar hasta la consumación de los siglos, exige por su misma naturaleza una lengua accesible a todos y que sea: 1.- Universal, 2.- inmutable, 3.- Y no popular (4) .

¿A quién interesa más el conocimiento y uso del latín?

El pleno conocimiento y el fácil uso de esta lengua, tan íntimamente ligada a la vida de la Iglesia, interesan más a la Religión que a la cultura y a las letras. En razón de que la lengua latina, ya desde hace siglos se encuentra sustraída a las variaciones de significado que el uso cotidiano suele introducir en los vocablos, por ello debe considerarse fija e invariable, ya que los nuevos significados de algunas palabras latinas, exigidos por el desarrollo, por la explicación y defensa de las verdades cristianas, han sido desde hace tiempo determinados en forma estable. Y por ello interesa más a la Sacrosanta Religión Católica su conservación y su difusión, pues fue a la Iglesia a quién Nuestro Señor Jesucristo a confiado las verdades de Fe inmutables (5)
¿Para que usar el Latín en la Misa si nadie lo comprende?

Pareciera que el problema de la comprensión de la Liturgia por el Pueblo de Dios se redujera a una mera cuestión de idioma, cuando de lo que se trata es de entender lo que se hace en la celebración de cada misterio de la Fe. De nada sirve que se reconozcan las palabras si se ignora su sentido en el contexto de la acción sagrada (y mucho me temo que la ignorancia entre los fieles está hoy muy extendida). Por otra parte, la Liturgia no es un conjunto de proposiciones que se hayan de entender clara y distintamente (eso es racionalismo cartesiano); es más bien misterio, que apela a todas las dimensiones del ser humano y no sólo a su facultad intelectiva, por lo cual también la celebración silenciosa tiene su importancia. En fin, la Liturgia se da en el ámbito de lo sagrado, es decir, de un espacio y un tiempo en discontinuidad con el espacio y tiempo comunes. En esta perspectiva las lenguas muertas adquieren una especial significación de trascendencia y se han usado y se usan no sólo en los ritos católicos, sino en los de la mayor parte de las religiones. Lo mismo dígase del silencio que rodea la mayor parte –y la más importante– de las celebraciones. ¿O es que durante más de mil años la Iglesia habría impedido al Pueblo de Dios la mejor comprensión y vivencia de la Liturgia por su empecinamiento en conservar el latín? E incluyo al beato Juan XXIII, que en su constitución apostólica Veterum Sapientia de 1962 ordenó que los obispos y superiores generales de órdenes religiosas velaran para que “ninguno de sus súbditos, por desmedido afán de novedades, escriban contra el empleo de la lengua latina tanto en la enseñanza como en los ritos sagrados de la Liturgia”. También me refiero al Concilio Vaticano II, que estableció que se conservara “el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular” (6). ¿Qué decir entonces de todos los grandes santos y los millones y millones de fieles que en todo ese tiempo alimentaron su piedad con la Liturgia tradicional? ¿Acaso no comprendieron y vivieron las celebraciones litúrgicas en forma plena? (7).



¿Por qué el Latín es una lengua muerta y se considera patrimonio Universal?

El latín es una lengua muerta porque no evoluciona más, lo que significa que es una lengua particularmente apta para conservar inalterables los ritos y los dogmas de nuestra Iglesia. Por otro lado, no siendo más una lengua viviente, no pertenece a ningún pueblo en particular y en consecuen­cia puede ser considerado un patrimonio universal, común a todos los cre­yentes. Al contrario, supongamos que se opte por el inglés como lengua litúrgica internacional de la Iglesia católica: para comenzar nomás imagine­mos las rivalidades que nacerían entre los anglófonos y los demás fieles, que podrían sentirse heridos o marginados. Además, en tanto que lengua viviente utilizada permanentemente por centenas de millones de personas, el inglés, como cualquier otra lengua, está sometido cada día a distorsio­nes que lo tornan impropio para transmitir en el tiempo y en el espacio la doctrina eterna de Cristo.

¿Es verdad que el Concilio Vaticano II y los Papas posteriores la prohibieron?

La Constitución Sacrosanctum Concilium, n. 36, § 1 afirma que “se conservara el uso de la Lengua Latina”, de ahí que el Magisterio pontificio posterior al Concilio Vaticano II no ha dejado de recomendar que se estudie y utilice el latín, de manera que esta lengua "florezca aún más y sea cada vez más apreciada"(8). El Papa Pablo VI la definió como "ri­quísimo tesoro de piedad, y ropaje celestial", ; Juan Pablo II, en la Carta Dominicae cenae, sobre la celebración de la Eucaristía, ha recordado que la Iglesia romana "tiene particula­res obligaciones para conservar, fomentar el latín" (9). Benedicto XVI en su Exhortación Sacramentum Caritatis (62) a pedido que “para expresar mejor la unidad y universalidad de la Iglesia, quisiera recomendar lo que ha sugerido el Sínodo de los Obispos, en sintonía con las normas del Concilio Vaticano II (Const. Sacrosanctum Concilium 36, 54) exceptuadas las lecturas, la homilía y la oración de los fieles; sería bueno que dichas celebraciones fueran en latín; también se podrían rezar en latín las oraciones más conocidas de la tradición de la Iglesia y, eventualmente, utilizar cantos gregorianos. Más en general, pido que los futuros sacerdotes, desde el tiempo del seminario, se preparen para comprender y celebrar la santa Misa en latín, además de utilizar textos latinos y cantar en gregoriano; se procurará que los mismos fieles conozcan las oraciones más comunes en latín y que canten en gregoriano algunas partes de la liturgia".
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NOTAS
(1) citando al Papa Juan XXIII en su Constitución Apostólica Veterum Sapientia
(2) Ibid.
(3) León XIII, Epist. Encycl. Depuis le jour, 8 Sept. 1899: Acta Leonis XIII 19 (1899) 166.
(4) Pío XI, Carta apostólica. Offιciorum omnium, 1 Aug. 1922: A.A.S. 14 (1922) 452.
(5) León XIII, Satis Cognitum, 20 y 22.
(6) Concilio Vaticano II, constitución Sacrosanctum Concilium 36 § 1.
(7) Rodolfo Vargas R. - Una Voce España
(8) Paulo VI. Discurso, 10-XI-1973.
(9) Juan Pablo II, Carta Dominicae cenae. 24-II-1980, n. 10
(10) Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis 62

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viernes, 13 de noviembre de 2009

Una Voce México en Roma.

Una Voce México en Roma

El Cardenal Antonio Cañizares actual Prefecto de la Congregación para el Culto Divino con la Delegaciones de Una Voce Hispania y Una Voce México.

Por Felipe Alanis

Presidente de Una Voce México.

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.Hoy13 de noviembre 09 en Roma, miembros de las asociaciones Una VoceHispania y Una Voce México tuvimos la bendición de ser recibidos enaudiencia por su Eminencia Rvda. Cardenal Don Antonio Cañizares Llovera, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Durante el encuentro que se prolongó pormás de una hora y media se comentaron diferentes temas en relación a la difusión del uso de Misal de Juan XXIII en España, México y Latinoamérica.
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La delegación estuvo encabezada por el Sr. Leo Darroch, presidentede la Federación Internacional Una Voce y por el secretario de lamisma, el Sr. Rodolfo Vargas.
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En cuanto a México, su Eminencia fue informado sobre la excelente recepción que ha tenido el Motu Propio entre los fieles del país, así como de la generosa acogida que los Cardenales Sandoval y Rivera(Guadalajara y Ciudad de México) han brindado a la FraternidadSacerdotal San Pedro.
Con paternal atención, el Cardenal Cañizares nos solicitó continuarla labor realizada y perseverar en la normalización del llamado “RitoGregoriano” para que pueda ser retomado y valorado en toda la Iglesia,aún cuando pudieran existir ocasionalmente reticencias, desinformacióno temores infundados.
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También en relación a México se le hizo patente la inquietudgenerada por las medidas ampliamente adoptadas en el país para distribuir la Sagrada Comunión en las manos de los feligreses en las Misas celebradas con el nuevo misal.
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Otros temas sobre la liturgia fueron comentados en la extensa y fructífera audiencia que nos fue concedida. En términos generales quedó patente el interés de la Congregación para el Culto Divino para que la“Forma Extraordinaria” sea frecuente en las diferentes diócesis y que tanto sacerdotes como fieles puedan nutrirse en el tesoro de este uso para profundizar en el centro de nuestra fe que es la Liturgia.
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Como despedida recibí un “¡Viva México!” de su Eminencia, quien en todo momento se mostró muy contento e interesado.
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Agradecemos profundamente a Su Eminencia el cariño y las atencionescon que fuimos recibidos. Rezaremos constantemente desde nuestrasfamilias para que Dios le continúe iluminando en su importante labor ycon el notorio amor al Santo Padre que le caracteriza.
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martes, 10 de noviembre de 2009

Una Cuestión

La Cuestión de la Misa.
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Por Rodolfo Vargas Rubio
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Uno de los legados más importantes de la Civilización de Occidente es, sin duda alguna, la misa romana según el rito clásico codificado por el papa San Pío V en el siglo XVI, siguiendo las pautas del Concilio de Trento (XIX de los ecuménicos). Este rito, sin embargo, sufrió un eclipse casi total después del Concilio Vaticano II, época durante la cual se verificó una verdadera revolución en todos los ámbitos de la Iglesia Católica, particularmente en el litúrgico.
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Para justificar los cambios, muchas veces llevados a cabo de manera arbitraria y dictatorial, se apelaba a un difuso y maleable “espíritu del Concilio”, que no era en realidad sino el pretexto para ir más allá – ultra vires – de lo que realmente había establecido la magna asamblea. De este modo, por ejemplo, a pesar de que la Constitución sobre Sagrada Liturgia había ratificado la vigencia del latín como lengua litúrgica del rito romano y la del canto gregoriano y la polifonía clásica como las formas musicales propias de la liturgia romana, y había declarado que era su voluntad conservar y promover por todos los medios todos los ritos legítimamente establecidos, en la práctica se introdujo un nuevo rito de la misa ( Novus Ordo de Pablo VI), que fue impuesto como obligatorio con exclusión del rito clásico (misa piano-tridentina), actuando los obispos como si éste hubiera sido prohibido, siendo así que no lo fue, como muy bien ha admitido recientemente el Cardenal Medina Estévez, prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y Mons. Ranjith, actual secretario del mismo dicasterio vaticano. En cuanto al latín y la música tradicional sacra, desaparecieron en casi todo el orbe católico.
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La importancia que ha tenido la misa clásica romana para la Cultura es impresionante, como lo reconocieron en su día intelectuales de varias nacionalidades que subscribieron una petición a Pablo VI para que preservara el rito (entre ellos la nada sospechosa de integrismo católico Agatha Christie). No sólo se trata de un aporte que puede remontarse en sus raíces más antiguas hasta la época tardo-romana y que fue perfilado en su estructura en tiempos de Carlomagno, sino que se trata del rito que evangelizó Europa y toda América, amén de gran parte de África, Oriente y Oceanía. A través de él, la lengua de Roma se oyó en lugares en los que jamás se había hablado y se transmitió un modo universal de ver las cosas.
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En el plano artístico, fue en torno a la misa como se construyeron las grandes catedrales y abadías, centros de educación y civilización, y ella sirvió de inspiración al Arte en todas sus facetas. Los pintores y los escultores adornaron con sus mejores obras los retablos de los altares donde se ofrecía el Santo Sacrificio: piénsese en las innumerables telas y tablas del Renacimiento y el Barroco, en el maravilloso Transparente de la Catedral de Toledo o en el impresionante altar de plata de la Catedral del Cusco en el Perú. Asimismo, los mejores compositores le dedicaron las más hermosas producciones de sus musas: baste citar la Misa en sí menor de Bach (por cierto, ilustre protestante), el Réquiem de Mozart y la Missa Sollemnis de Beethoven, por no citar a los autores que por oficio se dedicaban a la música eclesiástica, como Palestrina o Monteverdi).
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- Monseñor Lefebvre tiene el merito de haber defendido públicamente la cuestión de la Misa y la importancia de la Tradición en la Iglesia.

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Las irreverencias, los sacrilegios, las profanaciones y la iconoclastia que se desataron en los años setenta con el pretexto del "aggiornamento litúrgico" y que relegaron el rito clásico a una situación de práctica proscripción, suscitaron la reacción de muchos sacerdotes y fieles, escandalizados por el giro de 180 grados que experimentó la vida espiritual y litúrgica católica como consecuencia de tales abusos. A veces dicha reacción fue sufrida, paciente y resignada; otras, fue más enérgica e, incluso, llegó a un extremismo vituperable. La más célebre protesta la encabezó el antiguo arzobispo misionero Mons. Marcel Lefebvre, que fundó la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X y desafió abiertamente las prohibiciones que se le quisieron imponer desde Roma. Pablo VI se mostró inflexible frente al prelado, pero Juan Pablo II quiso dialogar, aunque desgraciadamente no se pudo evitar llegar a una situación material de cisma pese a todos los esfuerzos desplegados por el entonces cardenal y hoy Papa felizmente reinante.
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De todos modos, piénsese lo que se piense sobre el affaire Lefebvre, no se puede negar que fue gracias al combativo arzobispo como se puso públicamente sobre el tapete la importantísima cuestión de la misa. El día esperado en el que el rito tradicional se declare oficialmente liberalizado se deberá en gran parte a su resistencia a toda prueba. También, a todas las organizaciones de seglares, como UNA VOCE INTERNACIONAL (con ROMA AETERNA como correspondiente en España), que desde muy temprano emprendieron la defensa de la misa de siempre.
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El Cardenal Castrillon Hoyos fue presidente de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei.
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Benedicto XVI ha mostrado desde antiguo su simpatía hacia el rito en el que, al fin y al cabo, como buena parte de obispos de la Iglesia Católica, fue ordenado para el sacerdocio. Siendo Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe participó en importantes eventos organizados a favor del retorno del rito clásico y no desdeñó oficiar, incluso de gran pontifical, en las ceremonias de las sociedades clericales surgidas del motu propio Ecclesia Dei adflicta dado por Juan Pablo II para dar una salida digna a los muchos sacerdotes, religiosos y seglares vinculados a las formas tradicionales de la liturgia romana mediante la Pontificia Comisión Ecclesia Dei , que hoy preside el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos. Es este purpurado quien, el pasado día 16 de mayo, en el contexto de la V Conferencia General de los Episcopados de Latinoamérica y el Caribe (CELAM) en Aparecida (Brasil), ha tenido una intervención[1] sin precedentes, al hablar abiertamente y sin tapujos de Ecclesia Dei y de la misa tradicional ante los obispos reunidos de un continente que fue evangelizado con esa misa y no conoció otra en cuatro siglos: la misma que alimentó la fe y la espiritualidad de millones y millones de almas a lo largo de generaciones; que animó a los misioneros a afrontar innumerables peligros –y hasta el martirio– al adentrarse por las abruptas montañas y densas selvas americanas sin otro bagaje que su misal, su cáliz y su patena; que produjo frutos de santidad como Rosa de Lima, Martín de Porras, Juan Masías, Mariana de Jesús Paredes, el indio Juan Diego, Antonio Galvâo y muchas más, y que, incluso, inspiró un espléndido arte mestizo del cual son exponentes las escuelas Cuzqueña, Quiteña y Mejicana, entre otras. Es una señal más de que no está lejos el día en que Roma, honesta y valientemente, dé finalmente la luz verde a un rito que nunca debió considerarse prohibido y cuyo retorno promete un incremento de la Fe Católica, por encima de mezquindades, partidismos y malevolencias. Que así sea.
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[1] El discurso del Emmo. Cardenal Castrillón Hoyos ante la CELAM puede verse en www.celam.info en el apartado de intervenciones de los dicasterios de la Curia Romana.

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lunes, 2 de noviembre de 2009

Delegación de la Federación Internacional Una Voce con el Santo Padre

Delegación de la Federación Internacional Una Voce con el Santo Padre
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El pasado miércoles una delegación de la Federación Internacional Una Voce tuvo la oportunidad de saludar personalmete al Papa y de entregarle un informe mundial sobre los dos años de la aplicación del motu proprio Summorum Pontificum (en la imagen, Leo Darroch, presidente d ela FIUV en el momento de la entrega del documento junto a D. Rodolfo Vargas, secretario). La delegación de Una Voce, formada por los señores Leo Darroch (presidente), Rodolfo Vargas (secretario), Jack Oostveen (vicepresidente primero) y Monika Rheinschmitt (tesorera), visitó durante su estancia en Roma -del 28 al 30 de octubre- las Congregaciones para el Culto Divino, y para el Clero, Secretaría de Estado, Pontificia Comisión Ecclesia Dei y Osservatore Romano; Además la delegación tuvo un encuentro con ell anterior presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, Cardenal Castrillón Hoyos, que tanto bien ha hecho y continúa haciendo por la difusión de la Misa Tradicional.
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